El borracho

Yo ya no tomo jefa – repite a su madre cada vez que la cruda moral se apodera de su cuerpo: el vacio doloroso de su estómago, el temblor imparable de sus manos y esa ansiedad que reseca su garganta.

Jaime de 49 años, ha tomado alcohol desde que era un adolescente, casi un niño. Su madre ha visto esta escena de arrepentimiento una y otra vez; los esfuerzos de la anciana por darle pastillas, llevarlo a retiros y hacer mandas para frenar su adicción, han sido en vano.

A este hombre le cuesta trabajo explicar el porqué de su vicio, si es que hay motivos, pero se excusa diciendo que hay ocasiones en que tiene que beber porque es la única manera de tranquilizar su estado y sus ánimos.

 “El cuerpo lo pide” –comenta ojeroso y sin rasurar; hace con sus manos un ademán como de brindis, y le toma a su cerveza, la primera del día, la que aminora la resaca.

La historia de Jaime, es la de miles de personas en nuestro país que tienen adicción al alcohol. Según la última Encuesta Nacional de Adicciones, el 71.3% de los mexicanos han consumido bebidas embriagantes por lo menos una vez en su vida, y casi el 10% de la población son alcohólicos.

En los adolescentes, el estudio encontró que “el consumo de alcohol aumentó significativamente”.