El futbol

Domingo por la tarde, juega la selección nacional en contra del selectivo de los Estados Unidos, la sede es el Estadio Azteca en la capital del país. Gran parte de las ciudades de todo México están paralizadas, los bares y restaurantes a reventar, las familias reunidas en torno al televisor con su playera verde, las cervezas helándose y las botanas listas. Sea cual sea el resultado, este día ya es una fiesta y es que los mexicanos celebran el futbol con devoción y pasión desbordada.

Porque el mexicano es director técnico y sabe cuáles son los movimientos estratégicos que se deben de hacer para ganar; hace las veces de defensa, medio o delantero con ademanes y gritos; es arbitro supremo y define si en una jugada había o no una falta; es porrista exclusivo de algunos y detractor implacable de otros… y todo mientras mira el partido desde las gradas de un estadio o frente al televisor.

Un rito, una religión o, simplemente un juego este deporte logra que millones de sudorosos llaneros, enfundados en camisetas multicolores, dejen el alma durante las mañanas sabatinas o dominicales en las terrosas canchas de muchos rincones de nuestro país. Entrega y esfuerzo se riega en esos campos. Los estrellas de fin de semana lo intentan todo y todo lo dan, aun a costa de fracturas y lesiones, que a menudo los llevan a saturar los sábados y domingos de los hospitales públicos.

Clave del éxito y el valor popular del futbol es que surge en los barrios, en las cascaritas, en las ligas amateur… todos pueden vivir la experiencia de júbilo al entrar en balón en la portería rival o bien, sentir el pasto de la cancha bajo los zapatos y cómo responde el balón al toque del empeine, o quizá el orgullo de ser un triunfador al escuchar el silbatazo final.

Pero además el deporte espectáculo, es un extraordinario negocio. Se calcula que el futbol genera una derrama económica anual de 3 mil 900 millones de dólares. Los sueldos de los jugadores son estratosféricos y las comisiones por transferencias de jugadores son muy jugosas. Sin embargo, las transacciones del futbol nacional operan en la oscuridad total y lejos de la transparencia y rendición de cuentas.

 

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