“México es Guadalupano -- dijo el difunto papa Juan Pablo II en una de sus visitas a nuestro país --, México siempre fiel”. Y es que para nadie es un misterio que el catolicismo tan dominante y arraigado en nuestro país está basado en el Guadalupanismo, la devoción por la Virgen de Guadalupe.
La imagen de la virgen de Guadalupe representa para el pueblo mexicano la conservación de la esencia de la tradición mexicana, porque a diferencia de las figuras de culto europeas, la morenita del Tepeyac es una virgen de su misma raza.
La virgen morena cumple entonces dos funciones: una muy fuerte que es la de la evangelización de los pueblos mexicanos con una representación de su mismo color de piel, y que pueden sentir más cerca de ellos; y por el otro, la personificación de la madre toda bondad y que de amor infinito nos provee. “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?” cuestionó la Virgen en una de sus apariciones a Juan Diego.